Comentario
Con el reforzamiento del Estado autocrático ruso, comienzan tiempos difíciles para la cultura y para la pintura en particular. Ahora a los artistas se les exige más obediencia que devoción, más conformidad con los modelos que fantasía. El icono va a servir de ilustración al dogma, como cabría esperar, pero también va a servir de apoyo a la ideología oficial. Ya en La batalla de los Nougorodianos contra los Suzdalianos, la altivez de la ciudad de Novgorod se arrogaba lo sacro del icono, pero en La Iglesia militante (XVI), hoy en la Galería Tretiakov, la apropiación es completa, se trata de un producto expreso del arte oficial.En 1552, cuando el zar Iván IV el Terrible decidió emprender una expedición contra Kazán, capital de los mongoles, fue antes a la catedral de la Dormición a pedir ayuda a la Virgen de Vladimir. Tras su extraordinario triunfo, fue aclamado en Moscú y comparado con Alexander Nevski, Dimitri Donskoi y Constantino el Grande. Encargó entonces el famoso icono en el que están representados los más renombrados príncipes rusos. A la izquierda, en una doble gloria, se ubica la ciudad celeste ante la cual se halla la Virgen Hodegetría. Se trata de Moscú, la tercera Roma tras la caída de Constantinopla. La caballería de Cristo avanza en triple hilera hacia allí guiada por San Miguel; va montado en un caballo rojo alado y vuelve su cabeza hacia atrás al objeto de introducir a Iván ante la presencia de la Virgen y el Niño que le recibe con los brazos abiertos. Iván representa al pueblo elegido de Dios, al pueblo ruso; mientras tanto, a lo lejos, Kazán está siendo destruida por las llamas.Por estos mismos años -1551- el Concilio de Toglav, o de los Cien, iba a regular la creación artística. Consideraba la pintura religiosa como un sacerdocio y trata de vincularla a los modelos antiguos. El diácono Viskovaty traducía las ideas del clero moscovita de esta época al protestar enérgicamente contra los nuevos iconos de la catedral de la Anunciación, donde Dios Padre había sido representado bajo el aspecto de un anciano. Se indigna contra los pintores que se guiaban por su propia inspiración y no según las "Sagradas Escrituras" y, en consecuencia, no puede admitir que un mismo tema sea tratado de maneras diferentes.Para oponerse eficazmente al empuje de la imaginación, la Iglesia promueve los "podlinniki," manuales técnicos e iconográficos convenientemente ilustrados para que no hubiera lugar al error. La difusión de estos manuales sería una de las causas esenciales de la decadencia de la pintura por su propensión a codificar estrechamente imágenes, formas, ritmos y colores.Conscientes de su declive, tratarían de revitalizar este arte mediante la incorporación al cuadro de lo pintoresco y lo popular: los tipos y las arquitecturas adquieren un aspecto local muy pronunciado. Lo mismo ocurre en el monte Athos o Creta, Moldavia o Valaquia. La cantidad sobrepasa en todas partes a la calidad. En el caso cretense, Georgios Klotzas o Miguel Damascenos aún mantienen la nobleza de los antiguos iconos, pero la incorporación de elementos occidentales, particularmente venecianos, dará como resultado un estilo mixto, abocado a la disolución de los valores espirituales que eran la razón de ser del icono. En la Adoración de los Magos de Damascenos, la influencia de los Bassano se hace evidente. En el Hallazgo de la Santa Cruz de Klotzas sus estilizadas figuras se desenvuelven en un espacio repleto de edificios del último gótico o renacentistas, diseñados de acuerdo con una buena perspectiva; sin embargo, mantiene el estilo bizantino en el modelado, ropajes o paleta. De este modo el icono iría perdiendo, poco a poco, su grandeza épica y el sentido de la belleza.Al mismo tiempo se difunde la costumbre de cubrir los iconos con adornos y colgantes; se convierte así en un objeto precioso donde los revestimientos ocultan la pintura. La obra maestra de Rublev, la Trinidad, fue cubierta de una orfebrería colmada de piedras preciosas. La parte más antigua, donación de Boris Godunov en el siglo XVI, se componía del marco estrecho, hecho de hoja de oro, trabajada, repujada y grabada. De otro lado, las cabezas de los ángeles fueron adornadas con aureolas y coronas de oro; el ángel central llevaba una cadena y una placa adornadas con piedras preciosas. En 1626, los orfebres del palacio de las Armaduras del Kremlin, a petición del zar Miguel Fedorovitch, realizaron los pectorales en forma de media luna que aparecen sobre el pecho de los tres ángeles y que están fijados a las aureolas. Sus hojas de oro, incrustadas de esmaltes, tenían además piedras preciosas y perlas. En 1754, finalmente, el revestimiento hecho de hoja de plata dorada, ocultaría casi por entero la obra de Rublev, a excepción de las manos y los rostros. No cabe duda de que el icono había dejado de ser un objeto de contemplación para transformarse en un objeto de culto, se trataba de un fetiche. Y cuando no se cubre el icono con una coraza, se aprecia el oficio del artista y permanece lo formal, pero el significado se ha diluido, se conserva lo ritual, pero ya no hay arte. Occidente habría de imperar en adelante de modo exclusivo.